sábado, 14 de diciembre de 2013 |

7 Cosas que no sabía (y nunca preguntó) sobre la Navidad

¿Qué vieron los Reyes Magos? O ¿sabía que la mirra (sí, el regalo bíblico) va camino a la extinción? Todos datos que podrían ser irrelevantes pero que nunca está de más conocer.
 
1 ¿Qué era la estrella de Belén?
Según el Evangelio de Mateo hace más de 2.000 años los Reyes Magos creyeron que un extraño cuerpo celeste en el cielo anunciaba la llegada de un rey. Por eso lo siguieron. ¿Qué era la “estrella de Belén”? La respuesta la buscaron astrónomos por años. Partían de la base de que los Reyes Magos eran conocidos como magos por su condición de venerados astrónomos y astrólogos babilonios. Esa pista siguió David Hughes, astrónomo de la U. de Sheffield en Inglaterra, quien cree que lo que vieron fue una triple conjunción entre Júpiter y Saturno. “Esto ocurre cuando hay una alineación entre el Sol, la Tierra, Júpiter y Saturno”, dijo Hughes en una entrevista a la BBC. Otra opción es un cometa, como el que astrónomos chinos registraron en el 5 a.C sobre la constelación de Capricornio y que se habría visto al sur de Jerusalén. La tesis más improbable fue sugerida en 1979 por el astrónomo George Banos, quien planteó que lo visto por los Reyes Magos en realidad era el planeta de Urano. Según el académico, el hallazgo del cuerpo celeste fue 1.800 años antes que William Herschel lo registrara formalmente en 1781.

2 ¿De qué sirve tanta decoración?
Cuenta la leyenda que el primer árbol de Navidad de la historia lo creó nada más y nada menos que Martín Lutero. Una noche de diciembre en 1536, mientras caminaba por un bosque de pinos cerca de su casa en Wittenberg, levantó la vista y vio las estrellas en torno a las ramas de los árboles. Al llegar a su casa adornó un abeto con velas y la idea se propagó rápido por el sur de Alemania. Y por el mundo. A tal punto, que hoy la psicología tiene una rama dedicada a estudiar la relación de las personas con los adornos durante las fiestas. Una de los principales investigaciones fue hecha por el Departamento de Psicología de la U. de Utah. Ellos mostraron a voluntarios, fotografías de casas adornadas con motivos navideños y otras que no. La principal conclusión fue que los moradores de casas adornadas son vistos como residentes más amables y cohesionados con su comunidad. Pero no a todos les gustan los adornos. Hay gente que se deprime con los árboles de Navidad. Michael Schmitt, psicólogo de la U. de Simon Fraser en Canadá, pidió a cristianos, no cristianos y personas que decían no celebrar la Navidad llenar encuestas sobre su estado de ánimo en salas que sólo mostraban una diferencia: unas tenían un pequeño árbol de Pascua y otras no. Y ahí vino lo llamativo: las personas que decían no celebrar la Pascua o que no eran cristianos reportaban menos seguridad en sí mismos y sentimientos positivo cuando estaba frente al famoso arbolito.

3 ¿El fin de la mirra?
Según el mismo Evangelio de Mateo, los Reyes Magos, identificados sólo como “magos de Oriente”, pero nunca a través de nombres, entregaron tres regalos por el nacimiento de Jesús: oro, incienso y mirra. Esta última es una resina fragante que fue muy abundante en tiempos bíblicos, cuando se ocupaba con fines medicinales y por los embalsamadores egipcios en la preparación de los cuerpos para la sepultura. Como regalo, la mirra honraba a Jesús como hombre y marcaba su mortalidad. Hoy, la realidad es distinta porque la resina, producida del arbusto Commiphora myrrha, está cada vez más amenazada en su zona de producción de la Península Arábiga y el Cuerno de África. ¿El problema? Los científicos han encontrado que cada vez quedan menos arbustos a salvo de ser talados para tierras de cultivo o ser masticados por cabras. Y, para peor, los que sobreviven producen cada vez menos semillas y de peor calidad.

4 ¿Regalos?
Los centros comerciales comienzan a estar llenos de gente en busca de regalos ya un par de semanas antes de la Navidad. Pero para ver los orígenes de la búsqueda de presentes hay que remontarse a la Baja Edad Media, hasta el actual estado de Sajonia en Alemania. En 1434, en la ciudad de Dresde, se puso el primer mercado navideño de la historia. La idea después se propagó a Bautzen (1348), Frankfurt (1393) y Munich (1310). ¿Otro antecedente? El “mercado de diciembre” que se puso por primera vez en Viena en 1294. La gente buscaba ahí regalos con paciencia y dedicación. Y no está mal. Hoy, gracias a un estudio de la psicóloga experta en relaciones de pareja, Sandra Murray (U. de Buffalo), sabemos que los buenos regalos reafirman la idea de afinidad en las parejas. Pero con los malos se consigue el efecto contrario: los miembros de la relación cuestionan la similitud que tienen con su pareja (el ya clásico “que poco me conoces”). Según Murray, la coincidencia de gustos en los regalos predice el éxito de la relación. ¿Conclusión? A la hora de elegir ese regalo, mejor pensarlo dos veces, reflexionar y cruzar los dedos para que no hayan segundas lecturas.

5 ¿Dónde viene el Santa Claus?
“Ya viene el viejito, tranquilos”. Un clásico. Los niños esperan la llegada de un tipo panzón y vestido de rojo, que trae un trineo rebosante de regalos. Pero no llega. Bueno, hay una página que puede ayudar a calmar la ansiedad: NORADSanta.org de la NORAD (acrónimo de North American Aerospace Defense Command), algo así como Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial, una organización conjunto de Estados Unidos y Canadá que entrega defensa y control aéreo a todo Norteamérica. En el sitio (en inglés) se puede ver dónde va volando Santa Claus en su repartija. Los niños también pueden escribir correos o llamar al servicio donde los voluntarios (en su mayoría ubicados en bases de la Fuerza Aérea estadounidense) reciben cerca de 40 llamados por hora. Al final de la larga jornada (imagine todas las noches buenas del mundo), el NORAD ha llegado a recibir cerca de 12 mil emails y 70 mil llamados de 200 países.

6 Así con el amigo invisible
Para muchos es una de las formas más claras de totalitarismo navideño, para otros algo muy entretenido. El amigo secreto existe en todo el mundo. En inglés se le llama Secret Santa, en francés ami invisible, en alemán Wichteln, en portugués amigo oculto y nuestra España, amigo invisible. Como todas estas cosas medias informales nadie sabe muy bien dónde y cómo se originó, pero se cree que partió con el filántropo estadounidense Larry Dean Stewart (conocido como el Secret Santa de Kansas City). El acuñó el término en inglés y pasó 26 años repartiendo billetes de 100 dólares anónimamente en esta ciudad estadounidense. Se cree que llegó a repartir 1,6 millones de dólares.

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